Los errores y delitos que condenaron a Josep Maria Bartomeu

Seis de mayo de 2015. El Barcelona derrota a la Juventus por 3-1 en la final de la Champions disputada en Berlín y cierra la temporada perfecta con el triplete de títulos. Dos meses y medio después, borracho de euforia por el éxito deportivo, Josep María Bartomeu gana con solvencia (un 53 por ciento de los votos) las elecciones a la presidencia del club y se dispone a completar su primer gobierno completo. Las sonrisas de entonces, sin embargo, desaparecieron.

Al cabo de seis años y medio el Barça es un solar y Bartomeu es detenido por la justicia.

¿Qué pasó para llegarse a este drama que, llevándose por delante al ex presidente, tiene al club al borde del colapso? Una administración desastrosa, un gobierno sin rumbo, una huida hacia adelante… Y la caída final: el delito. La moción de censura, las trabas desde la directiva, las acusaciones al propio gobierno de Catalunya y la dimisión inevitable.

A partir de ahí el silencio durante unos meses que dio a pensar que con la entrada del nuevo presidente que debe surgir de las elecciones del siete de marzo la figura de Bartomeu se iría olvidando… Pero la justicia no olvida. Y la bomba de relojería explotó.

¿Cómo se llegó hasta ahí? ¿Cuáles fueron los delitos y faltas de Bartomeu? ¿Cómo hundió al Barça? Contra lo que pueda pensarse no todo comenzó en febrero de 2020 con el escándalo de las redes sociales, por más que este significase el principio del fin. El inicio del derrumbe azulgrana, con el presidente a la cabeza, se inició, irónicamente, en plena euforia. Allá por 2015…

El despido de Zubizarreta

El año 2015 comienza en el Barça con una agria polémica que está cerca de llevarse por delante a Luis Enrique por su enfrentamiento con Leo Messi y que acabará motivando el despido de Andoni Zubizarreta, director deportivo del club y líder en una política de fichajes que con aciertos y errores mantiene el liderazgo del Barça en el concierto futbolístico.

La plantilla, con Xavi a la cabeza, reconduce la situación entre el entrenador y el crack argentino… Y de pronto la evolución en el juego del equipo conduce a un liderazgo indiscutible del tridente que forma junto a Suárez y Neymar, para convertirse en los protagonistas destacados, casi únicos, de media temporada que conducirá al Barça a ganar la Liga, la Copa y la Champions.

La apuesta de riesgo de Bartomeu en enero, despidiendo a Zubizarreta y convocando elecciones para final de temporada, le sale a la perfección. Su carta de presentación ante las elecciones no puede tener rival.

Tridente y triplete

El 18 de julio de 2015 Bartomeu gana las elecciones a la presidencia con un apoyo cercano al 55 por ciento de los votos (25 mil 823) contra el 33 por ciento de Laporta (33 por ciento). Lo que se presenta como un aplastamiento no es, visto en perspectiva, tan acentuado por cuanto el mandatario que había sustituido a Sandro Rosell en enero de 2014 obtuvo un voto contrario del 45 por ciento de los electores…

Y eso que Laporta, deprisa y corriendo, había formado una candidatura sin tiempo de elaborar un programa adecuado y que Bartomeu se presentaba, eufórico, con la conquista del Triplete bajo el brazo y la presencia de un Tridente que era la envidia del fútbol mundial. “Las elecciones las ganaron Messi, Neymar y Suárez y las perdió el Barça”, aventuró tiempo después Agustí Benedito, tercero en discordia en las urnas y que, como Laporta, aventuró un futuro social, económico y deportivo muy complicado para el club.

Club condenado

En diciembre de 2016 la Audiencia de Barcelona condenó al club azulgrana a multas por un valor de 5.5 millones de euros por dos delitos de fraude a Hacienda en el fichaje de Neymar. Fue la resolución a la que se llegó después de que Bartomeu, junto a su antecesor Sandro Rosell, llegase a un acuerdo con la Fiscalía para quedar exonerado de cualquier acusación.

El pacto implicó que la causa quedase archivada contra él y que el Barça, como entidad jurídica, asumiera la responsabilidad de los delitos cometidos, librándose de un juicio por el que el fiscal pedía para Bartomeu una pena de siete años de prisión.

Fue la primera vez en la historia que el Barcelona, el club, tenía consideración delictiva por decisión de su propio presidente, quien estimó el pacto como un mal menor para la entidad… Un beneficio personal evidente y una mancha de la que nunca pudo escapar.

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¿Cuánto desestabiliza al equipo un nuevo capítulo del Barçagate?
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Fichajes

Uno de los puntos más oscuros de la etapa del ex presidente fue su política deportiva y en ella, especialmente, los fichajes. Desde el verano de 2015, con Arda Turan al frente, y hasta septiembre de 2020 con Pjanic como máximo exponente el Barcelona invirtió nada menos que 1,340 millones de dólares en 31 fichajes de jugadores que no aportaron apenas nada al club y que le fueron debilitando, por cuanto la sucesión de Iniesta o Xavi nunca se concretó y la columna vertebral de la plantilla, del equipo, se mantuvo siempre con el liderazgo de Messi, indiscutible, y la compañía de Piqué, Alba, Busquets y Suárez, acompañados de Rakitic, Neymar, Suárez y Ter Stegen.

Hasta que se marchó Neymar, de mala manera, y comenzó el derrumbe, no sabiendo el club sustituir al brasileño, incorporando a Dembélé primero, Coutinho después y Griezmann a continuación en una colección de operaciones a cual más ruinosa desde el punto de vista financiero y más inadecuada en la faceta deportiva.

Salarios

La conquista del triplete en 2015 provocó que la popularidad de los futbolistas ya se disparase de manera incuestionable y que las renovaciones que se llevaron a cabo a partir de un año después empezasen a ser financieramente peligrosas para las arcas del club.

Primero se produjo el acuerdo con Neymar, con una prima de fidelidad que después utilizaría Messi y que el brasileño hizo saltar por los aires pero manteniendo el cobro millonario. Y a la sombra del argentino llegó la sangría de Umtiti, la de Jordi Alba, la de Busquets, Piqué… Renovaciones muy al alza que provocaron que la masa salarial se disparase a niveles insoportables para el club, a las que no atendió Bartomeu y que hoy provocan una de las grandes preocupaciones para el nuevo presidente.

Neymar

Le tomó el pelo, hablando de cualquier manera. Le engañó, hablando con seriedad. Ney renovó su contrato con unas cláusulas que se volvieron en contra del club y tomaron a Bartomeu en fuera de juego en el verano de 2017, no sabiendo como reaccionar cuando saltó a la luz que el PSG iba a pagar su cláusula.

Como su relación con el jugador brasileño era apenas profesional y no tenía ninguna clase de ascendente sobre él no pudo hacer frente a la amenaza del club francés y vio, impotente, su salida… Pero, más aún, quedó señalado, rozando el ridículo, por comprobar que Neymar había cobrado una cifra millonaria bajo el epígrafe de “fidelidad” unas semanas antes de marcharse y entrando en una batalla judicial, que ya no era la primera…

Referirse a cómo y con quien suplió la fuga de Ney demuestra que el proyecto deportivo y la identidad que debía tener el equipo azulgrana no se sostenía ya por ningún lado.

Identidad

Se perdió la identidad deportiva en cuanto Bartomeu fue dando bandazos en sus elecciones para la dirección deportiva. Primero utilizó a Robert Fernández, después le dio el poder a Pep Segura, más tarde a Eric Abidal y cuando el francés dimitió, tras medio año en la picota a partir de señalar al vestuario, tomó el papel personalmente con Ramon Planes en el papel de secretario técnico…

El rendimiento del equipo fue rebajándose de manera crónica y las apuestas futbolísticas acabaron estrellándose en Europa. Atlético, Juventus, Roma, Liverpool, Bayern… Derrumbado en el campo, lo peor no solo fue la imagen global del equipo, sino la falta de una personalidad en el juego, ganando o perdiendo.

Banquillo

No sabiendo, o no queriendo, convencer a Luis Enrique de su continuidad, el presidente apostó por Valverde presentándole como un valor seguro en cuanto a la recuperación de la cantera, sin atender a que en Bilbao eso era una necesidad y en el Barça una virtud difícil de cumplir por cuanto los títulos siempre están en primer plano.

El carácter tranquilo del entrenador sirvió de entrada para apartar del escenario al presidente, pero cuando ya llegaron mal dadas Bartomeu se escudó en Valverde para salvar los muebles y no atreviéndose a acabar su etapa tras la derrota en la final de Copa ante el Valencia le mantuvo en el cargo a pesar de la pérdida de confianza en él, intentando una revolución en enero de 2020, sin tener un plan y dándole el cargo a Quique Setién después de que tanto Xavi como Koeman le rechazasen…

Y tras haber lanzado el globo sonda de Pochettino, a pesar de la nula estima que el argentino tenía entre los aficionados. Al final eligió a Quique Setién, sin más, y ese bandazo final significó el último derrumbe. En agosto despidió, también de mala manera, al entrenador cántabro y se puso en manos de Koeman asegurando que el Barça “tiene una crisis deportiva pero no social ni institucional”; una frase tan grandilocuente como, se demostró, falsa.

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Barçagate

El principio del fin. Desde que en febrero de 2020 se descubrió el escándalo de las redes sociales la popularidad de Bartomeu cayó en picado pero, acaso peor, la gobernanza del club se convirtió en crítica, con dimisiones de directivos, despido de empleados, enfado de jugadores y furia cada vez más desatada en el entorno.

Bartomeu quiso negarlo, de entrada, desmarcarse después y traspasar el foco más tarde. El cisma directivo lo pretendió driblar, después no tuvo más remedio que señalar a su asesor Jaume Masferrer, instaurar una auditoría, hacer frente a una querella de un grupo de socios y, por fin, enfrentarse a una moción de censura de la que, en plena pandemia, se burló antes de descubrir que se lo llevaba por delante de mala manera.

Derrumbado a partir del burofax de Messi, cuando el gobierno catalán se desmarcó de sus tesis de la imposibilidad de llevar a cabo una votación de la moción de censura cedió a todas las presiones y dimitió, proclamando el buen hacer de su presidencia… Que se ha demostrado terrible.

Messi

El argentino, que en 2017 le arrancó una renovación nunca vista después del escándalo Neymar, empezó su guerra con Bartomeu ya en 2019 y la llevó al límite en 2020, primero enfrentándose a Abidal y señalando de paso a la directiva, con el presidente al frente… Que mantenía una tranquilidad falseada a medida que pasaban los meses, sin temer lo que se le venía encima.

Cuando Messi, tras el desastre de Lisboa, presentó el burofax todo explotó por los aires aunque, en clave barcelonista, Bartomeu mantuvo el pulso firme negándole su marcha escudándose en las fechas del contrato y sus cláusulas de salida. Aunque ganó, Bartomeu perdió al ver y escuchar como Leo le acusaba de mentiroso, de no atender a las necesidades del equipo y de rebajar la calidad de la plantilla a pesar de todas sus advertencias.

Bartomeu fue acusado de mentiroso por Messi.

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